sábado, 23 de abril de 2016

La leyenda de Fuente Reniega

Se cuenta que un peregrino, agotado y sediento, consiguió coronar la cima del monte. Buscando alivio, comenzó a buscar una fuente donde aplacar su tormento. En esas estaba cuando de repente, sin saber cómo ni de dónde, apareció un joven de hermoso porte, ataviado como peregrino, que sonreía de manera extraña e inquietante. Al preguntarle si acaso conocía alguna fuente en las inmediaciones, el joven contestó que sí, que podía beber en una fuente escondida que él conocía. Sin embargo, acceder al preciado líquido tenía un precio. Como el peregrino llevaba dinero en la bolsa y su sed iba en aumento dijo que pagaría por beber de dicha fuente, a lo que el joven replicó que no se trataba de dinero sino de otras cosas relacionadas con el viaje que estaba realizando. El peregrino comentó que pensaba que al igual que él se dirigía a Santiago de Compostela; pero hete aquí que el apuesto joven se identificó como el mismísimo Diablo que estaba por la zona buscando a personas como él, cansadas y sedientas, a fin de hacerlas renunciar a su propósito peregrino, a la par que intentaba que se le entregasen de forma incondicional para servirle. Así las cosas, le explicó al sediento peregrino que podía saciar su ansia y acabar con su tormento si renegaba del Altísimo; a lo que éste replicó que antes de ceder prefería morirse de hambre y sed. Entonces, lejos de desistir, el “Tentador” le instó a que renegara de la Virgen María y la respuesta del sediento peregrino fue la misma. Por último, le apremió para que renegara del Apóstol Santiago y volvió a suceder lo mismo. Viendo Satanás que la convicción del caminante era firme y que nada podía hacer, desapareció en medio de una nube de azufre.
 
El calor apretaba y el peregrino, abrasado por la sed e impactado por el encuentro con el Maligno, se sentía morir y suplicó auxilio divino. Resignado a su suerte buscó el refugio de una sombra bajo un peñasco y se desmayó. En mitad de su delirio vio a un jinete sobre un hermoso corcel blanco que cuando llegó a su altura, desmontó y sacando una concha de vieira de la faltriquera, dio un golpe a la roca que le servía de refugio y entonces comenzó a brotar un agua cuyo sonido le hizo volver en sí. El hombre miró a su alrededor y no vio a nadie por los alrededores, aunque supo de inmediato que su socorredor había sido el Apóstol Santiago.

Desde entonces, la “Fuente de Reniega”, no ha dejado de manar agua, lo que ha supuesto un gran alivio para l@s que enfrentan la dura ascensión que es el Perdón. Según reza la tradición, beber de dicha agua proporciona los ánimos suficientes para proseguir la ruta y disipa la “tentación” de abandonarla.

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