Lo gestiona un amante del Camino, con cinco compostelas, que pide limosna en la calle.
Considera que los caminos de peregrinación a Santiago de Compostela
están bastante «mercantilizados» y, tomando el ejemplo del Medievo,
Pedro Ráez Baldán acaba de abrir un albergue de donativos en Ferrol. Su
pretensión es favorecer que la gente con pocos o sin recursos pueda
peregrinar a la ciudad del Apóstol, recuperando así «las raíces del
romanticismo del Camino de Santiago».
El impulsor de esta
iniciativa es un hombre de 56 años, natural de Úbeda (Jaén), que, tras
un revés en la vida, buscó un nuevo rumbo peregrinando a Compostela.
Primero fue el Camino Francés, desde Burgos, y después el Inglés y el
Portugués, también recorrió la ruta hasta Fisterra, y ahora aspira a
poder recorrer algún día, cuando tenga fuerzas, el Camino Primitivo
desde Oviedo. Este amplio bagaje se traduce en las cinco compostelas que
muestra con orgullo y en unas vivencias de espiritualidad que atesora y
que trata de impulsar hacia otras personas.
En una de sus peregrinaciones conoció Ferrol y
decidió quedarse, por la solidaridad de la gente, ya que vive de pedir
limosna en la puerta del BBVA de la plaza del Callao. Durmió en el
refugio de Caranza y en la casa de algún amigo, y hace dos meses alquiló
un piso en la calle Pardo Bajo, con la idea de habilitarlo como
albergue de donativos para peregrinos de escasos o nulos recursos. No
percibe ninguna prestación económica, por lo que sigue pidiendo limosna
en el mismo lugar, y las últimas semanas se ha dedicado también a
equipar el albergue, que comparte con otro amigo prejubilado.
Apoyos incondicionales
Para
amueblarlo contó con la incondicional ayuda de un sacerdote, que le ha
servido de intermediario para que una institución de la ciudad le
regalase dos literas. El piso ya está totalmente disponible para quien
necesite pasar la noche. Cuenta con ocho camas y parte del mobiliario,
incluido un televisor, le fue donado por los propios vecinos del
inmueble, que, según asegura Pedro Ráez, no le puso ningún impedimento
para que llevase a buen puerto su iniciativa. También está agradecido
con su casero, al que le abona 250 euros por el alquiler, pero no le
cobra el agua ni la recogida de basuras. Por ahora no ha recibido a
ningún peregrino, porque necesita dar a conocer el albergue -está
ubicado en el cuarto piso del número 17 de la calle Pardo Bajo-, para lo
que busca colaboradores que le ayuden a promocionarlo en las redes
sociales, pero las pasadas Navidades tuvo como huéspedes a varios
transeúntes.
Pedro Ráez se muestra muy ilusionado con su
proyecto. Asegura que es algo vocacional y explica que antes de casarse
estuvo cuatro años en los seminarios mayores de Jaén y Huelva. Tuvo una
hija, que reside en Valladolid, y en la actualidad está divorciado.